La calidad excepcional del jamón ibérico comienza con la alimentación del cerdo ibérico. En Cortegana Ibérico, entendemos que la dieta de estos animales es fundamental para obtener un producto de alta calidad, y por ello seguimos las mejores prácticas tradicionales de alimentación y crianza.
Los cerdos ibéricos se crían en las dehesas, un ecosistema único de la Península Ibérica donde se alimentan principalmente de bellotas durante la montanera, que es el período de engorde que va de octubre a marzo. Esta dieta rica en ácidos grasos monoinsaturados, como el ácido oleico, influye directamente en la calidad de la carne, dándole su característica textura y sabor.
La vida en libertad de los cerdos ibéricos, combinada con una alimentación natural, contribuye a la infiltración de grasa en la carne, lo que se traduce en un marmoleado perfecto y un sabor inigualable. Además, este tipo de cría respeta el bienestar animal, permitiendo a los cerdos moverse libremente y llevar una vida saludable.
El impacto de la dieta de bellotas en la calidad del jamón ibérico es significativo. Los ácidos grasos de las bellotas se almacenan en la grasa del cerdo, lo que no solo mejora el sabor de la carne, sino que también aporta beneficios para la salud humana, como la reducción del colesterol LDL y el aumento del colesterol HDL.
En Cortegana Ibérico, nos enorgullece seguir estas prácticas tradicionales que garantizan la máxima calidad en nuestros productos. La alimentación del cerdo ibérico es, sin duda, un factor clave en la excelencia del jamón que ofrecemos. Nuestro compromiso con la calidad comienza en la dehesa y se refleja en cada loncha de jamón ibérico que llega a tu mesa.