Jamón ibérico y serrano son diferentes en cuanto a calidad, sabor y presencia visual. El primero es el más cotizado. Hoy te mostramos cómo diferenciar el jamón ibérico del serrano a simple vista y te señalamos otras que también son muy conocidas.
¿Cómo se distinguen ambos productos?
El jamón serrano procede de cerdos blancos y el ibérico solo de cerdos ibéricos, que son autóctonos de España. Esto implica que si vemos en el etiquetado que la procedencia del jamón no es nacional, la pieza será serrana.
El precio es otro factor interesante para diferenciar el jamón ibérico del serrano. El primer es de mayor calidad, y por tanto más caro. Esta diferencia de precio está ligada al proceso de crianza de los animales. En los cerdos ibéricos la alimentación es a partir de piensos ricos en ácidos oleicos y pastos, cereales y frutos como bellotas en la época de montanera.
La alimentación de los cerdos blancos no es tan rica en el apartado nutricional, lo que repercute de manera directa en el sabor de la carne y el precio. A su vez, la elaboración del jamón ibérico es más artesana, con procesos de curación en secaderos naturales. Para el jamón serrano esto ocurre en secaderos artificiales.
Volviendo a los aspectos visuales, la carne en el jamón serrano es de una tonalidad roja pálida, rosada. En el ibérico el color es más intenso. A mayor grado de pureza, por encima del 75% de ibérico, la carne comienza a tener color de vino tinto.
La pezuña solía ser otro elemento diferencial, preservando las de color negro para el jamón ibérico. Pero no es inteligente acudir a este dato, pues hay cerdos de otras razas no ibéricas que también comparten este aspecto.
Finalmente, hay que acudir a los tiempos de curación, más prolongados en el jamón ibérico. En cuanto a las bridas, las del jamón ibérico son verde, roja y negra, y nunca verás un jamón serrano con este etiquetado.