Las inyecciones de toxina botulínica, bótox, es uno de los tratamientos dermoestéticos más populares que existen, pues ayuda a eliminar las arrugas. En los más de 30 años desde su descubrimiento en el sector de la estética y la industria cosmética se ha convertido en una práctica muy común. Pero lo que no todo el mundo conoce es la relación existe entre los embutidos y el bótox, y por ello os la presentamos.
La enfermedad del embutido
El bótox se utiliza en dermoestética desde hace pocas décadas, pero el descubrimiento de la toxina botulínica se remonta a varios siglos atrás, durante las Guerras Napoleónicas (1782-1815). En ese periodo se facilitaron mucho las normas para producir alimentos en Europa Central, lo que tuvo como consecuencia numerosas intoxicaciones alimentarias.
En Württembeg, Alemania, se contabilizaron unos 400 casos de intoxicaciones de este tipo, con unos 150 fallecidos. Preocupado por esta situación, el investigador Johann H. Ferdinand Auttenrieth confirmó que los enfermos sufrían dilatación de las pupilas y veían doble, más allá de las dolencias gastrointestinales típicas.
Más adelante, Justinos Kerner, un conocido médico, llegó a la conclusión de que muchos intoxicados habían fallecido por comer blunzen o saumagen, un embutido típico de la zona. La enfermedad pasó a denominarse botulismo, del latín botulus, salchicha.
El botulismo es, por tanto, la enfermedad del embutido. El médico no logró descubrir el patógeno que provocaba la intoxicación alimentaria, pero sí determinó que la causa de las muertes y dolencias era una toxina que se generaba en las salchichas en mal estado.
La música también le da ritmo al bótox
Décadas más tarde, en 1895, una banda musical fue contratada para toca en Ellezelles, en Bélgica. Los músicos acudieron al restaurante “Le Rustic” tras su actuación y allí tomaron jamón salado típico de la zona.
Ese jamón procedía de animales que habían sido sacrificados varios meses atrás, lo que produjo una intoxicación alimentaria de 34 comensales y tres fallecidos. La carne contaminada pudo ser analizada y se aislaron esporas de la bacteria Bacillos botulinus, descubierta justo en ese episodio.
Más adelante se aislarían otras siete bacterias, cuatro de las cuales son mortales para el ser humano. Algunas de ellas producen inhibición de neurotransmisores de la señal eléctrica de los nervios hasta el sistema músculo-esquelético, y es justo ese bloqueo lo que provoca que no aparezcan arrugas.
De este modo, podemos comprobar cómo existe una relación curiosa entre embutidos y bótox.