El jamón ibérico es uno de los productos gastronómicos más emblemáticos de España. Su historia se remonta a siglos atrás y ha evolucionado hasta convertirse en uno de los manjares más apreciados a nivel mundial.
El origen
El origen del jamón ibérico se sitúa en la Península Ibérica, concretamente en la región de Extremadura y Andalucía, donde los cerdos ibéricos se criaban en libertad en los montes y dehesas. La cría de estos animales se basaba en la alimentación natural de bellotas y hierbas, lo que daba lugar a una carne de alta calidad y sabor.
Durante siglos, el jamón ibérico fue considerado un alimento básico en la dieta de los habitantes de estas regiones, y se conservaba en salazón para poder ser consumido durante todo el año. Con el paso del tiempo, se fueron perfeccionando las técnicas de curado y elaboración, lo que permitió mejorar su sabor y textura.
En el siglo XX, el jamón ibérico se convirtió en un producto de exportación, y su consumo se extendió a otros países. Con el aumento de la demanda, se comenzó a criara los cerdos ibéricos de forma intensiva, lo que afectó a la calidad de la carne y al sabor del producto final.
En la actualidad
Actualmente, existen diferentes denominaciones de origen y normativas que regulan la cría, elaboración y comercialización del jamón ibérico. Estas normas establecen que los cerdos deben ser criados en libertad y alimentados exclusivamente con bellotas y hierbas, y que el proceso de curado debe realizarse de forma natural y lenta.
El jamón ibérico es un producto muy valorado en la gastronomía española, y se consume tanto en ocasiones especiales como en el día a día. Es un alimento saludable y nutritivo, rico en proteínas y grasas saludables, que forma parte de la cultura y la historia de España.