El jamón ibérico se clasifica en función de la raza del cerdo y la alimentación que haya tenido el animal durante su vida. A partir de ahí se puede hablar de jamones 100% ibéricos, 75%, 50% y otros porcentajes.
Con respecto a la alimentación se habla de jamón de bellota, de cebo de campo o de cebo, y todos estos términos hacen referencia a que el animal se cría en libertad y se alimenta a base de bellotas parte de su vida, cuando se cría en libertad y solo toma piensos y pastos naturales, o bien si es un cerdo ibérico que toma piensos de cereales y legumbres.
A partir de ahí se determina la etiqueta, que es un modo de trazar cuál es la calidad del jamón. Sin embargo, ¿es posible también encontrar jamones sin etiqueta? A la hora de consumir este producto, ¿jamón ibérico con o sin etiqueta?
Las etiquetas del jamón ibérico
Son cuatro: negra, rojo, verde y blanco. La negra determina el jamón de mayor calidad, el que procede de cerdos alimentados con bellotas y son puramente ibéricos. Tras esta llega la roja, que es también un ibérico de bellota pero con menor pureza de raza.
La etiqueta verde es la que se reserva para jamones de buena calidad obtenidos a partir de animales de cebo de campo con un porcentaje de ibérico. Finalmente la blanca señala los jamones ibéricos de cebo.
¿Y los jamones sin etiqueta?
En el mercado podemos encontrar jamones sin etiquetas. Esto ocurre cuando el animal no ha llegado al peso mínimo que obliga la normativa, o que engorda a base de bellotas pero se sacrifica antes de la edad mínima o bien la propia empresa productora decide atender a otros criterios de crianza y calidad.
Ante la pregunta de jamón ibérico con o sin etiqueta, la respuesta es clara. Con etiqueta garantiza que es de buena calidad, pero no tener etiqueta no es sinónimo de mal jamón, sino de un proceso que no ha seguido las indicaciones del marco regulatorio. En muchas ocasiones, la tradición es mayor garantía de calidad que la propia regulación.